Estimado José:
Mi nombre es sor Mª Isabel Guerra, soy monja agustina en Valdepeñas.
Del padre Eduardo te puedo hablar muy poco, yo era, por aquel entonces Militante de Santa María, conocíamos el ofrecimiento de la vida que había hecho Eduardo, para pedir la salvación del papa Juan Pablo II.
Muy pronto le descubrieron Leucemia y conocimos su proceso vocacional y sus estudios en el Seminario, también que dado que la enfermedad iba minando la salud de Eduardo, habían pedido que le adelantasen la Ordenación.
Al finalizar el Retiro mensual que habíamos hecho en la casa de Ejercicios de las Damas Apostólicas, nos dirigimos todas las Militantes que allí estábamos, San Isidro, creo, para participar en las Ordenaciones de varios jóvenes, una de las veces, para la de Diácono y otra para la de Sacerdote. Lo único que recuerdo que en las dos ocasiones tuve un fuerte dolor de estómago durante la ceremonia, es de las pocas veces que me ha dolido, en las dos ocasiones lo ofrecí para que Eduardo pudiera vivir la ceremonia sin dolores.
En el año 1984, el 8 de agosto, ingresé en el convento de Agustinas de Valdepeñas, meses después, en un momento de fuerte crisis, en el que pensaba dejarlo, tuve que ir a Madrid a una consulta médica que tenía pendiente.
En mi casa estaba la revista Hágase Estar. Eduardo había fallecido hacía muy poco.
El leer el testimonio de su vida, su generosidad, su valentía y entrega, me hizo plantearme mis dudas, mi indecisión, mi falta de entrega y tomar la determinada determinación de seguir adelante a pesar de mis pocas ganas.
Recuerdo que cuando llegué al Convento mi maestra de novicias me dijo que ella pensaba que no iba a volver, yo en mi interior le respondí, es que tú no sabes lo del Padre Eduardo Laforet.
Ya han pasado 33 años desde ese día, creo que el padre Eduardo me ha debido echar más de una mano desde el cielo y espero que me siga ayudando.
Es como nos decía muchas veces el Padre Morales, la salvación va en cadena. Estoy segura de que uno de los eslabones de la mía debe estar unida al padre Eduardo.
Un cariñoso saludo, espero me encomendéis en vuestras oraciones.