Recuerdo más especialmente su interés por los asuntos y problemas de los demás

Conocí a Eduardo Laforet cuando era alumno de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra y yo profesor de Metafísica y Teodicea en esa Facultad, a finales de los años setenta del siglo pasado. De la relación como alumno recuerdo más especialmente su interés por los asuntos y problemas de los demás; en alguna ocasión me habló expresamente de cómo ayudar en los estudios y si fuera posible en su vida cristiana a algún compañero de la Facultad; además de sorprenderme gratamente la confianza con que exponía las posibilidades de ayuda a otros compañeros (era yo entonces vicedecano de alumnos de la Facultad), me resultaba patente la preocupación por todos y especialmente por su vida cristiana.

No fueron muchas las entrevistas que tuve en esos años, pero sí me queda el recuerdo vivo de una persona con palmaria vida interior y deseos de santidad. Al rememorar esos tiempos, confirmo lo que entonces claramente pensaba cuando hablaba con él: era una persona inmersa en Dios, diría que de modo habitual. Aseguro que rezumaba unión con el Señor, que se traslucía en una evidente vida interior y se plasmaba en el sentido sobrenatural de su vida y actuaciones y una palpable alegría de fondo. Recuerdo algunas afirmaciones suyas de amor a la Iglesia y adhesión al Papa. Comprobé, en más de una ocasión, que su conversación con diversas gentes era suave, apreciadora de quien tenía delante, y me pareció en ocasiones de una dulzura que cautivaba. No tengo duda de que algunas de esas características señaladas son claros signos de su santidad o de su esfuerzo por conseguirla.

Recuerdo con especial viveza una conversación larga con él; aunque no puedo precisar la fecha, era él ya sacerdote. Coincidimos en el tren de Pamplona a Madrid y hablamos mucho, de todo, de sus compañeros, de sus estudios, de su familia, su vida, de filosofía, de la política nacional del momento… Todavía recuerdo la impresión que me quedó de aquella conversación, por sus preguntas atinadas, sus respuestas siempre ecuánimes antes asuntos que podrían tratarse, incluso sin faltar mínimamente a la caridad, con menor compresión cristiana. Su visión de los asuntos y de las personas fue siempre sobrenatural, también cuando me preguntó mi opinión por algunos asuntos candentes, y quizá poco edificantes en aquellos momentos por lo que se escribía en los medios de comunicación. Recuerdo que interrumpimos la larga conversación para rezar, cada uno por su cuenta, y volvimos a seguir conversando. Guardo de aquella conversación la indiscutible percepción de estar hablando con una persona de una madurez humana y sobrenatural impropia de su edad, que se explica como propia de alguien de profunda vida interior, humildad y deseos verdaderos de santidad.

Lo que testimonio en Pamplona a 30 de octubre de 2014,

Prof. Dr. Ángel Luis González

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  • Bujedo
    Bujedo

    En unas convivencias con los Cruzados de Santa María en Bujedo (Burgos).

    Ordenación sacerdotal
    Ordenación sacerdotal

    Revistiéndose de sacerdote el día de su ordenación, 25 marzo de 1984.

    Fallecimiento
    Fallecimiento

    El 23 de noviembre de 1984 fallece en Madrid.

    Junio de 1984
    Junio de 1984

    En junio de 1984 es operado para hacerle un trasplante de médula.

    Ordenación
    Ordenación

    Eduardo Laforet fue ordenado sacerdote en Madrid el 25 de marzo de 1984.